jueves, 24 de septiembre de 2009

Alter ego número seis (una suerte de intermedio).

Alter

ego.

Por Diego Enríquez Macías

Amor de mis amores - Sonora Margarita

Nacas cosas de chiste. Cierto jueves, escuchando por conexión urbana (aquí comienza pausa infomercial: “escucha, www.conexion-urbana.com, radio por internet) “la chaqueta”, programa conducido por cierto chiste local de zona rural, se abordó el grandioso tema de las nacadas, En naco que todos llevamos dentro. Y en la música, el cine y lo que se ve en nuestros días escondiéndose tras la manta de “producto cultural” no se escapa de lo naco. Ciertamente, en mi amargada forma de ver la vida, ¿qué no es naco? En fin. He de confesar que uno de mis regocijos más nacos de mi muy naco, naquísimo alter ego (no sé ya si el naco soy yo y el fino el alter ego o viceversa complementándose en sentido opuesto ¿?), es escuchar, y por supuesto cantar (de memoria y sin leer la letra) canciones de Grupo Marrano. Así tal cual, sin censura, con feeling y voz impostada. Lo reconozco. Pero todos necesitamos nuestro yo naco. Cierto que me la paso escribiendo que si el jazz esto, que si el jazz lo otro y demás sarta de chorradas que ni yo entiendo, pero reconozco abiertamente y sin tapujos que una boda no es una boda sin la diosa de la cumbia y su amor de sus amores. Ser naco es chido, diría el pirrurris, Qué más da. Es parte de nosotros. Nuestra idiosincrasia (sí, esa palabra dominguera que suena tan fina y que al aprenderla todos queremos usarla ipso facto). Y es que nos vemos en la necesidad de sacar al naco interior tan seguido en nuestra vida diaria que ya ni nos percatamos de ello. Hay que ser lo necesariamente naco para embutirnos unos buenos tacos (de esos que ladran al morderle) con tierrita de la calle. Hay que serlo un tanto más en la fiesta de depa universitario pa’ entrarle con fe a las aguaslocas hechas con tricañé, tony eiyan o semejante, al ritmo del ipod propiedad del mismo chiste local ya citado al inicio de la columna. Hay que ser naco para disfrutar del acto de escuchar “un mundo de caramelo” y aplaudir con la pupila dilatada mientras una tipa se contonea cachondamente y de paso se encuera hasta quedar en puros tacones.

Con todo esto quiero decir, que como me ha enseñado la vida, aunque me apasione el jazz y hacerle al farol con películas raras y chorradas culturales, siempre hay que naquearle un poco. Cuestión de supervivencia.

Y para rematar, al más puro estilo de algo que bien pudo haber sido escrito por cierto doctor sin bata ni estetoscopio que otrora fuera profesor mío, haciendo farol alarde de Marshall McLuhan y su aldea global. Hasta lo pudo haber titulado “el paradigma de la globalnaquización, por Triniberto De Jesús Cangrejo Flor del Campo”, o algo así: “El mundo entero se está haciendo naco, y muy pronto nadie será capaz de mantener su propia identidad. Ni siquiera los nacos”.

Y así, a manera de un necesitado intermedio de mis peroratas interminables sobre música y demás, reluce en esta entrega mi (naco) alter ego.

1 comentario:

  1. Creo que de ésta te dejé comentario en la versión tangible, nada más que olvidé comentar lo mucho que me hizo 'rir' el penúltimo párrafo.

    ¡Ah! Y que quede claro que mi naqueo cotidiano es simple supervivencia... sí, superviviencia. ¬_¬

    ResponderEliminar