sábado, 31 de octubre de 2009
¡Por favor!
'Ay les encargo, humildemente.
Gracias.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Alter ego número diez.
Alter
ego.
Por Diego Enríquez Macías
Extraña mente la suya. / Se alimenta de los sonidos, / de las notas. / Su alto habla por su alma. / No es necesaria traducción. / Extraños sonidos dispara; / alimentan mi mente, que / hierve como su blanco polvo / en la maltrecha cuchara, / caliente, al rojo vivo como / sus alucinados dedos; / no se detienen. Tampoco su / aliento. / Tampoco su mente; arma y / desarma, compone, destruye / y crea. / Funciona en otro nivel. / No está con nosotros. / Está iluminado. / Irradiándonos.
Abro esta columna enfrascado de lleno en el Parker’s mood, con unas cuantas líneas de mi inspiración. Si inspiraba a Kerouac y a los beatniks, ¿por qué a mí no?
Recapitulando. Cierto día, ya un poco entrados en tragos, el compañero y yo nos pusimos a hablar un rato (como ya es costumbre entre él y yo) sobre jazz, sobre Charlie Parker. El Reata tocó un punto muy interesante: el logos de Parker, toda esa gama de emociones que transmite a través de su saxofón sin que sea necesaria una serie de convencionalismos del lenguaje para que sea entendido. Es más, ni siquiera necesita ser entendido, simplemente debe ser sentido. Charlie Parker da congruencia a una de mis citas célebres favoritas, una de Beethoven que dice: "La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía."
Charlie Parker tuvo que estar loco. O poseído. Por dios o el diablo. O era él mismo dios y el diablo. Es que esa forma de sacarle pitidos a su sax. De improvisar, de agarrar el pedo, comprenderlo, desbaratarlo, digerirlo, volverlo a componer y sacarlo a través de su alto. Sólo él. Sólo él entendía eso de cambiar nota tras nota improvisando de tal manera que escribía una pieza nueva en el aire. Meter figuras de otras composiciones suyas que resonaban en el escenario, o en un cuartucho rentado, horas o incluso minutos antes. Improvisar nuevas composiciones que estaría destinadas a resonar minutos, horas, días. Años después. Tocar Donna Lee metiendo figuras de lo que al bajar del escenario se convertiría en Ornithology. Improvisando después de un solo de batería (tarola golpeante y platillo brillante cual bebop), frases de lo que después escribiría en “Hot House”. O en “Now’s the time”. Sacaba notas que resonarían en sesiones grabadas en el savoy, en el birdland, en el massey hall. Que resonarían en muchas cabezas de otras tantas generaciones a más de cincuenta años de su muerte (física). Quién fuera Parker para irse del mundo tan poéticamente como puede ser morir en un ataque de risa. Y dejando tanto.
Charlie Parker vive. Bird lives! sigue apareciendo graffiteado en paredes de Nueva York. Charlie Parker es Dios. Y Dios nunca muere.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Alter ego número nueve.
ego.
Por Diego Enríquez Macías
Panamericana – Paquito D’Rivera
La música no se puede explicar. O toca o no tu alma. Jack Kerouac, en “On The Road”, a través de la mirada de Neal Cassady y su catarsis vivida a través de la escucha de un solo de jazz, en que el jazzista se conecta y desconecta de este mundo desnudando su esencia. Habla de un jazzista, del sentimiento en su interpretación, de ese diálogo espiritual: “…En algún momento en medio del tema lo tiene... todos levantan la vista y se dan cuenta; le escuchan; él acelera y sigue. El tiempo se detiene. Llena el espacio vacío con la sustancia de nuestras vidas, confesiones de sus entrañas, recuerdos de ideas, refundiciones de antiguos sonidos. Tiene que tocar cruzando puentes y volviendo, y lo hace con tan infinito sentimiento, con tan profunda expresión del alma a través del momento que todo el mundo sabe que lo que importa no es el tema, sino lo que tiene…”
¿Y qué es la música, el arte? Es una muestra de todo aquello que nos hace humanos. Es la más pura muestra de la capacidad que tenemos, o que tienen ciertos ejemplares iluminados, de dejar huella. De, por más cursi que suene esto, exponer nuestra alma, nuestro sentimiento. Paquito D’Rivera es un artista en todo sentido. Es un ser humano en todo lo que ello debe significar. Está más allá de mi comprensión. Simplemente debe funcionar en otro nivel en el que la mayoría de nosotros no podemos siquiera soñar en alcanzar. Es de esos iluminados que vienen a irradiarnos de ese algo una vez cada no sé cuántos años.
No sé si a todos, la música nos inspire las mismas sensaciones. No sé si a todos nos lleve a cruzar esos puentes, a explorar nuestras almas, a dejar que éstas se recompongan y vomitar algo nuevo. A ir por la vida buscando conexiones, inspirarnos en esas almas que se escapan de esos saxofones, contrabajos, pianos, trompetas…
Alter ego número ocho.
Alter
ego.
Por Diego Enríquez Macías
Pájaro Azul - Charles Bukowski
Este señor que acabo de citar aquí arriba, es en verdad, punto y aparte en la escritura moderna. Con Ginsberg, Kerouac, Burroughs y demás escritores incomprendidos en sus tiempos, forma parte de la revolución gestada en la literatura en el siglo XX.
Su escritura es muy de este mundo. Burdo, cochino, áspero. Si eres fan de Coelho, abstente de seguir. Y es que todos en algunas ocasiones hemos de querer dárnoslas de “Juan Camaney corazón de piedra me vale madre la vida, pisteo, ando con viejas las boto y no pasa nada y me jacto de ello”. Pero no. Todos tenemos nuestro corazoncito. Hasta el mismísimo marrano misántropo de Charles Bukowski.
“hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir / pero yo soy duro con él, / le digo quédate ahí dentro, no voy / a permitir que nadie / te vea.//”
Es cierto. Todos necesitamos sacar de vez en cuando nuestro yo chillón. Hasta los amargados como yo. Como bukowski. Tenemos de vez en cuando que componer y cantar el blues de nuestras vidas. Aunque por otro lado no podemos ser rajones. Debemos pintar nuestra raya entre nosotros, los hombres, y el sentimentalismo femenino y escondernos tras nuestras múltiples máscaras en una sociedad donde “la vida es una oportunidad de chingar y ser chingado”, diría Octavio Paz desenmarañando nuestra madeja en “El laberinto de la soledad”.
“Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir / pero soy demasiado listo / sólo le dejo salir / a veces por la noche / cuando todo el mundo deurme. / Le digo ya sé que estás ahí, / no te pongas /triste. // Luego lo vuelvo a introducir, / y él canta un poquito / ahí dentro. / No le he dejado morir del todo / y dormimos juntos / así / con nuestro / pacto secreto / y es tan tierno como / para hacer llorar / a un hombre / pero yo no / lloro / ¿lloras tú?.//”
Hoy sí que ando en el mellow mood. Después de todo así lo quise yo. Necesitamos hacerlo de vez en cuando.
Hoy mi alter ego se encueró por completo.
Hoy tengo un pájaro azul.
P.S. Cuando hablo del sentimentalismo femenino y cuestiones machistas en primera persona del plural, estoy ironizando el estúpido machismo. Ésto lo aclaro para que no se me malinterprete como un maldito mexicanito misógino.
miércoles, 7 de octubre de 2009
Casa de citas número dos
La lenta máquina del desamor...
La lenta máquina del desamor,
los engranajes del reflujo,
los cuerpos que abandonan las almohadas,
las sábanas, los besos,
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo,
ya no mirándose entre ellos,
ya no desnudos para el otro,
ya no te amo,
mi amor.
-Julio Cortázar.
sábado, 3 de octubre de 2009
Casa de citas.
"Las únicas personas para mí son las que están locas, locas por vivir, locas por hablar, locas por ser salvadas, deseosas de tener todo a la vez, las que jamás bostezan ni dicen cosas intrascendentes, sino que arden, arden, arden como esas fabulosas velas romanas que explotan como arañas entre las estrellas para dejar una luz azul central, que al explotar hace que todo el mundo quede boquiabierto y exclame ¡Ahh!"
-Jack Kerouac, extraído de "On the road" (si no es que el mejor, uno de los mejores libros que he leído).
Dejo también una curiosidad: comercial de BMW Serie 1 en España.