miércoles, 11 de noviembre de 2009

Alter ego número doce.

Alter

ego.

Por Diego Enríquez Macías

So What – Miles Davis

Me sucede con frecuencia que recibo sabios consejos sobre la música y sobre todo, en referencia a mis gustos musicales. Me dicen que soy un cuadrado que sólo escucha música de viejitos, que en lo sucesivo se denominará como “jazz”. Me han dicho que necesito diversificarme (así tal cual). ¿Y qué diablos importa si sólo escucho jazz? Ahora, que si he de presentar una apología sobre el hecho de que soy-un-cuadrado-que-sólo-escucha-jazz-y-que-necesito-diversificar-mis-gustos-musicales, aquí va: el jazz, niños y niñas, señoras y señores, changarros y changarras, no es sólo música de elevador con saxofón. Al decir que escucho jazz ya estoy hablando de un gusto musical bastante amplio (o diverso, para entonar con eso de que tengo que diversificar mis gustos musicales).

Ahora que si cuando se me pide encarecidamente que diversifique mis gustos musicales me están pidiendo que escuche reggaeton (sigo asquerosamente sorprendido por el corrector ortográfico de Word), a la banda limón, etcétera y etcétera, pues entonces sí que piden demasiado. ¿Y el reggaeton no es música? Sí. Pero es un verdadero caso de involución musical, creo yo. Claro, es forma de expresión. Pero es una verdadera ignominia (me encanta la palabra) que se haya desdeñado la vastísima herencia cultural musical afrolatina, desarrollada muy fuertemente en el caribe, para que todo haya terminado en esa porquería (sí, así de tajante el adjetivo) que es el reggaeton. Y si nos vamos más pa’l norte, otro clarísimo ejemplo de involución músico-cultural es el rap, que deja de lado la melcocha gestada en el crisol de culturas que se refleja en música como el ya tan citado jazz.

Vuelvo al tema de la diversificación de mis gustos musicales. El jazz es diverso y se sigue diversificando. Después del swing de los felices años veintes, cuando regresa a la obscuridad del lamento del blues con la depresión del ‘29 para dar origen al grandísimo bebop. He ahí una variante del jazz. Después, en una especie de recesión, un tanto contrapuesta a la explosividad del bop, viene en un intento de recuperación del jazz blanco, el cool, destacando a los blancos caritas como Chet Baker y Gerry Mulligan, tocando su jazz suavecito con suave trompeta con sordina y un ronco sax barítono, romántico cual voz de Barry White. Llega después, ya en la segunda mitad de la década de los 50’s, otro de los grandes iluminados del jazz: San John Coltrane. Este tipo llega haciendo combustión (ardiendo, ardiendo, ardiendo), con una evolución del bebop algo más fuerte, más áspero, de acorde golpeado y melodía rápida que se llamó hardbop. Y fue esa aspereza explosiva la que trajo después como inevitable evolución, el durísimo movimiento del Avant-garde, y con ello otro gran iluminado incomprendido que respondía al nombre de Eric Dolphy. Casi de forma paralela, de la mano de Miles Davis y toda la bola de locos con los que se juntaba a fumar cosas raras (y de paso a hacer música), fusionó jazz con rock en plena era psicodélica, sacando como resultado algo conocido como jazz fusión.

Y podría seguir así durante columnas y columnas, hablando de la diversidad de mi tan cuadrado y poco diverso género musical querido. Y es que ha habido los que me dicen que todo el jazz les suena exactamente igual. De ellos, pienso yo, a manera de diagnóstico no clínico poco serio, dos alternativas: la primera, que tienen serios problemas auditivos y cognoscitivos que les impide diferenciar sonidos y ritmos distintos. La segunda, que son idiotas de mente cuadrada y poco diversa musicalmente.

Y yo que comenzaba a emocionarme con mi pequeña cronología del jazz hasta que recordé de qué había comenzado a escribir. Ya me enojé nomás de acordarme de eso de que soy un cuadrado. Más que nada, es la forma en que tratan de convencerme de que la música basura es algo que debo tolerar, aceptar y escuchar gustosamente. Esto me enferma de igual o peor forma que cuando intentan convencerme de que necesito creer en un ser superior que padece de personalidad múltiple que se llama dios, y que debo y necesito creer en él (sí, necesidad, como comer, respirar y zurrar) por el simple hecho de que existe y punto.

Si el jazz es cuadrado, entonces, ¿qué no lo es? (Perdón. Creo que hoy sí me excedí).

4 comentarios:

  1. Me inquieta la inocencia con la que algunas personas tratan insistentemente de "abrirnos los ojos" a los poseídos y a los desgraciados, cual necesidad mesiánica de mejorar la tortura terrible que seguramente tenemos por vida.

    Digo... han de creer que es muy infeliz alguien que no se emociona escuchando cómo se derrumba la civilización y se denigra a perros y féminas en un despliegue desconcertante de contaminación audiovisual.

    También seguramente ha de ser una pena no tener que pagarle impuestos al viejo transparente que popularizó las sandalias de madera y gusta de aventar rayitos fosforescentes a los impuros desde el techo del templo expiatorio.

    ¡Vaya! ¡Tienen razón! ¡Cómo puedo vivir así? ¡Me iré a llorar abajo de la cama para ver si diosito me concede la gracia de aprender a bailar reggaetón!

    Lo siento Mr. Dormi, va usted a irse al infierno si no se rectifica. Ja ja.

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  2. ¡Oh San Daddy Yankee!
    ¡Oh profetas Wisin y Yandel!
    ¡Intercedan por mí!
    ¡Soy un simple profano en busca de la salvación!

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  3. wey, no le eches la culpa a Dios, él no inventó el regaeton, pero si que castigará a los que lo hicieron... si vivieramos en la época de la inquisisión ya se los hubiera cargado!! (a perdón, se me olvidaba que eres ateo.... jajaja bueno, entonces ojalá se atraviesen en un tiroteo entre la familia, los zetas y el ejercito y así valdrá la pena la "guerra" vs el narco....)

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  4. cual necesidad mesiánica de mejorar la tortura labatterie terrible que seguramente tenemos por vida.

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